Los Aceites Esenciales nos brindan beneficios no solamente de tipo físico, sino que al usarlos de forma aromática, desencadenan respuestas en nuestro cerebro, específicamente en el sistema límbico, creando respuestas de tipo emocional.
La inhalación de vapores aromáticos también puede afectar las funciones autónomas; por ejemplo, la frecuencia cardíaca, la frecuencia del pulso, la temperatura de la piel, la respiración y la frecuencia respiratoria pueden ser moduladas por la fragancia. Haze, Sakai y Gozu (2002). Esta es una de las razones por las cuales se considera la vía olfativa una de las más seguras de uso de los Aceites Esenciales, debido a sus múltiples efectos, los aceites esenciales no solo viajan a los pulmones donde participarán en el intercambio líquido-gaseoso (al igual que el oxígeno) y serán transportados por el torrente sanguíneo; sino que también alcanzarán estructuras cerebrales al convertirse en un impulso eléctrico una vez que ha alcanzado/estimulado los cuerpo somáticos en el bulbo olfatorio.

Siempre insistimos en la química de los Aceites Esenciales, puesto que aquí radica el secreto de su funcionamiento, algunas moléculas como el Linalool, presentes en aceites como lavanda, albahaca, magnolia, etc., ha demostrado una acción muy interesante en cuanto a los efectos sedantes, relajantes y anticonvulsivos, sin embargo estos efectos pueden variar de un aceite a otro debido a que no contienen un solo principio activo, contienen mucho más y cada cuerpo puede reaccionar de forma distinta a otras moléculas que estén presentes en pequeñas cantidades, a las cuales seamos sensibles.
Por lo anterior, en cuanto a emociones se trata, es que debemos tener siempre la mente abierta y tomar en cuenta la química del aceite, pero también la individualidad de cada persona, sabiendo que podríamos tener u observar un efecto diferente al que la mayoría reporta, y es normal y esperable, de eso entonces se trata la aromaterapia, de generar espacios y productos/aplicaciones personalizadas, aquí nos acercamos al éxito terapéutico.

Siempre que puedas, realiza pruebas con tus aceites esenciales, aparta unos minutos, relájate, respira e inicia el ejercicio:
- Destapa el primer frasco de aceite esencial.
- Acerca suavemente a la nariz y empieza a percibir su aroma, llévalo a una distancia que sea agradable.
- Permítete experimentar el aroma, no solo lo huelas, conecta con él, siente como ingresa a tu cerebro hacia arriba y a tus pulmones hacia el centro de tu cuerpo.
- Cierra el frasco
- Trata de recordar el aroma que acabas de percibir y piensa: ¿Qué me hace sentir?
- Anota todas aquellas sensaciones a las que asocies ese aceite esencial
- Repite el ejercicio
Puede ser necesario que tengas un recipiente con café molido, para intercalar las pruebas, para “borrar” el rastro anterior.